Comerciante denuncia que policías se quedaron con 20 de 50 kilos de queso que le habían retenido
“Por no tener permiso” se lo habían 'decomisado' y cuando debieron devolverlo, se 'sustrajeron' casi la mitad a los bloques de queso.
En la obra “¿Quién se ha llevado mi queso?”, Jhonson Spenser, narra la manera de afrontar los cambios en la vida de una persona.
Y en su casa en el barrio Adelita de Char, del corregimiento La Playa en Barranquilla, la comerciante Belkis Güette, pareciera que recordara esa obra, pero realmente indaga no por cambios en la vida sino por saber qué pasó con 20 de las 50 libras de queso que le traía un sobrino para que ella lo vendiera semanalmente.
De eso vive Belkis, de la venta de queso, que produce su familia en Guaimaro, población ribereña del departamento del Magdalena.
Todo comenzó en la mañana de este miércoles. Semanalmente, un sobrino le trae 50 libras de queso blando que ella vende en el barrio y entre amigos.
Fue en el puerto de Ponedera en donde su sobrino fue abordado por dos patrulleros de la Policía Nacional, adscritos a la estación de esa localidad. Los uniformados le pidieron al joven “un permiso para transportar las 50 libras de queso”. Tras este requerimiento, el sobrino de la señora mostró su extrañeza pues semanalmente trae a Barranquilla el producto y nunca le habían solicitado el permiso.
Al responder que no tenía el permiso que le pedían los dos uniformados, los patrulleros procedieron entonces a llevarse los 50 kilos de queso a la estación de policía.
Confundido, el afectado buscó la ayuda de una amiga de la familia que intercedió y logró la devolución con las dos bolsas.
Sin embargo, la sorpresa del joven y de la mujer que la ayudó fue grande cuando al realizar el pesaje en otro lugar encontraron que no había en las bolsas de 50 kilos sino 30.
“Uno de los policías dijo que se habían quedado con pedacito, pero nos imaginamos que era una libra no 20” aseguró finalmente Belkis Güette.
La mujer dijo a Zona Cero que en esa población no se presentó la queja “porque no hay ni dónde quejarse”.
Hoy Belkis se pregunta, como en el libro de Spencer, “¿Quién se ha llevado mi queso?”